El día de ayer,nuestro municipio de Sant Andreu de la Barca vivió un apagón que afectó a gran parte de la población y al resto del mundo , desde los diferentes medios de prensa se buscan titulares ,en el campo político se buscan responsables , todo es importante para conocer la causa .
Pero desde la tarde pude pensar en este fenómeno social que ayer nos tocó vivir , Si bien un corte de electricidad puede parecer una interrupción incómoda en la rutina diaria, lo sucedido ofreció una oportunidad inesperada para muchas familias del municipio de desconectarse de las distracciones tecnológicas y reconectar entre sí.
En pleno siglo XXI, nuestra vida diaria está marcada por la constante presencia de tecnología. Los móviles, las redes sociales y la televisión se han convertido en protagonistas casi invisibles de nuestras interacciones, incluso dentro del núcleo familiar. En Sant Andreu de la Barca, como en muchas otras ciudades, los hogares están plagados de dispositivos electrónicos que, si bien facilitan la vida, también nos distancian emocionalmente, ocupando el tiempo que podríamos dedicar a compartir con nuestros seres queridos.
Sin electricidad , las tables se apagaron de momento lo que obligó a cada miembro de nuestras familias a buscar maneras de pasar el tiempo juntos , en lugar de estar pegados a la televisión o los dispositivos móviles, los habitantes de Sant Andreu de la Barca redescubrimos la importancia de los momentos compartidos. Las conversaciones familiares se alargaron, las cenas fueron más largas, y hasta los juegos de mesa, como las cartas o el trivial, desde la ventana del ambulatorio donde trabajo pude disfrutar de parejas caminando tranquilamente , una joven paseando con su perro pequeño , padres hablando y jugando en el camino con sus peques.
El apagón, aunque nos pareció eterno esas 12 horas sin luz nos deja una reflexión importante: los momentos más valiosos no siempre requieren de electricidad ni de tecnología. Quizás este es el momento de pensar en incorporar más espacios de desconexión voluntaria en nuestras rutinas diarias. A nivel familiar, podríamos proponernos reservar tiempos sin pantallas para disfrutar de una buena charla, organizar actividades conjuntas o simplemente relajarnos sin la constante influencia del mundo digital.
En los parques de Sant Andreu de la Barca, por ejemplo, las familias podrían aprovechar el tiempo para salir a caminar, jugar o disfrutar de una tarde al aire libre sin el peso de la tecnología. En lugar de estar pendientes del móvil o de las redes sociales, podemos regresar a lo esencial: los lazos afectivos, el tiempo juntos y las experiencias compartidas.
Este suceso nos ha enseñado que, aunque la tecnología facilita muchas cosas, no hay nada como la calidez de estar juntos, sin necesidad de un enchufe. Quizás, en el futuro, podamos aprender a desconectar de manera más consciente y encontrar en esos momentos de desconexión las claves para reforzar nuestras relaciones personales.
ES DEFINITIVAMENTE UN LLAMADO A DESCONECTAR PARA RECONECTAR CON NOSOTROS MISMOS , NUESTRAS FAMILIAS Y NUESTRO ENTERNO
Se les quiere
Felipe